
Con claridad y, para que no exista confusión alguna, como muchos ciudadanos hemos sido críticos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido de Acción Nacional (PAN); la lucha contra el sistema de corrupción que implantaron, la impunidad y la represión aún sigue; pero, aceptando sin conceder que, la férrea disciplina era aceptada por quien en ese Partido militan, y que no lo hacían por amor a su país, les ha funcionado siempre.
Basta recordar lo dicho por el sempiterno líder de la Confederación de Trabadores de México (CTM), Fidel Velázquez: “el que se mueve no sale en la foto”; la voz que imperaba, mandataba y ordenaba era la del Presidente de la República Mexicana en turno, por muchos años del PRI, hasta que, por exigencias extranjeras, negociaron ceder la silla presidencial al PAN, no así el poder.
Corromper no les resultaba difícil en un pueblo en el que también instauraron la pobreza entre la mayoría de los ciudadanos, y la ambición de otros la satisfacían otorgándoles puestos bien remunerados, de ahí que, a la fecha tengamos un Congreso con 500 Diputados y un Cámara de Senadores con 128 individuos que, en ambos casos solo se representan a ellos mismos o a los Partidos Políticos a los que pertenecen.
En México bien sabido es que, es un País rico, muy rico, con muchos pobre y pocos ricos y en el que sus ciudadanos, indígenas, criollos, mestizos, históricamente han formado parte de: los esclavos, peones, miserables, pobres, clase medieros, que han padecido y mantenido a: invasores, hacendados, terratenientes, oligarcas, neoliberales, todos ellos con grandes capitales, que, en la actualidad, son reconocidos varios de ellos, como los hombres más ricos del mundo.
La esperanza de un cambio en nuestro País en el que la igualdad impere y la voz de todos sea escuchada es algo que se ha mantenido siempre, pero a la par padecemos un enorme sentido de confianza hacia los gobernantes y una gran desconfianza entre nosotros los ciudadanos de abajo; -sin ser despectivo el calificativo- de ignorancia que, trunca cualquier proyecto que nos propongamos por la falta de solidaridad y disciplina.
Esperábamos ilusamente millones de mexicanos un cambio, una verdadera transformación del país; justo es aceptar que, ha habido algunos cambios, que la fuerza de la costumbre a la corrupción, han hecho que no se vea cristalizada la intención de quien en un inicio lo propuso y la pregona todos los días en sus conferencias mañaneras, el Presidente de la República Mexicana, Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
Incorrecto sería culpar de todos los males que siguen aquejando a nuestro País a AMLO, porque como bien se dice: “el encontró un cochinero de País”, pero cabe recordar con objetividad, sin que se nos obnubile la mirada, ni nos gane el fanatismo que, AMLO fue parte de ese “cochinero” que hicieron en nuestro País, sus compañeros por muchos años del PRI.
Aun cuando se dice que: “chango viejo no aprende mañas nuevas”, contrariamente a esto considero que, siempre aprendemos cosas nuevas, cuestión de querer aprender; AMLO, nos ha venido demostrando con acciones, desde su campaña misma, donde está puesto su corazón, sus intenciones y sus mañas; bástenos ver, con que personas conformó su gabinete; a quienes ha dado su irrestricto apoyo para las gubernaturas; los nombramientos en estratégicos puestos para combatir la corrupción; el incumplimiento de sus más importantes promesas: combatir a la mafia del poder y enviar a los militares a sus cuarteles. Ni una cosa ni otra ha cumplido; a ningún expresidente se ha tocado y los militares, amparados en la Constitución, siguen en la calle.
Desde el momento en que hizo el nombramiento de, Alejandro Gerz Manero en la Fiscalía de la República y de una ex Ministra de la Suprema Corte de la Nación, Olga Sánchez Cordero como Secretaria de Gobernación, se reafirmó lo que ya sabíamos, AMLO no escucha mas que a su propia voz.
Hoy, la multitud de voces contra las designaciones para, Embajadas y Consulados que ha hecho a favor de sus ex correligionarios priistas, como es el caso de, Claudia Pavlovich, Quirino Ordaz Coppel, Carlos Miguel Aysa, exgobernadores corruptos e ineptos y, la de Pedro Salmerón, señalado por varias de sus exalumnas como un acosador sexual, como dijera en una ocasión, Carlos Salinas de Gortari: “ni los veo ni los oigo”.
La invariable respuesta que da en su conferencia mañanera, misma que ha convertido en un verdadero ring, donde él es el referí y su voz es la que vale, ante cualesquiera críticas constructivas, señalamiento o propuesta que se le hace para lograr esa tan ansiada y publicitada 4ta. Transformación, es descalificar, adjetivar como: fifi, neoliberal, adversarios, enemigo de la cuarta transformación; incitando a sus fieles seguidores de manera soterrada a que hagan lo mismo, provocando así esa división, que tanto daño ha hecho nuestro País.
Ante estos aconteceres a mitad del sexenio lopezobradorista, no hay discusión ni encuestas que valga, tampoco aquella locución latina que nos dice: Vox populi, vox Dei