LA PARROQUIA DE SAN JAVIER Y LOS JESUITAS

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Foto: Grupo de Facebook San Javier Sinaloa México
Foto: San Javier Sinaloa México

Juan Lizárraga Tisnado. NOROESTE-Mazatlán, 28 de febrero de 1984.

La iglesia ha tenido estructuras independientes —aunque momentos hubo en que estuvo estrechamente ligada al gobierno—. Así, el 28 de septiembre de 1620, el Papa Juan IV autorizó el establecimiento del Obispado de Durango, integrado por diferentes Diócesis de los estados de Durango, Zacatecas, Chihuahua, Nuevo México, Sonora, Sinaloa y Californias.

Era obispo Martín de Elizacochea cuando el 28 de febrero de 1739 se erigió la parroquia de San Javier de Cabazán.

La actividad religiosa estaba a cargo de los jesuitas, quienes llegaron a México en 1591, para misionar desde el río Piaxtla hasta Arizona.

En 1633, los misioneros de la Compañía de Jesús fundaron el pueblo de San Javier, como hicieron con San Ignacio (nombre del fundador de su compañía), Santa Apolonia, Cabazán, Ajoya, San Jerónimo y San Agustín. En 1739 se erigió la parroquia más se concluyó hasta 1771 cuando a un costado de lo misma funcionaba el curato. Y fue hasta 1902 cuando se le hizo su remodelación que concluyó en 1919.

Los historiadores narran con diversos detalles las actividades de los jesuitas hasta su expulsión pero sólo de las realizadas en el centro de Sinaloa y en el estado de Sonora, más es poco lo que se conoce de sus obras en San Ignacio.

Eustaquio Buelna anotó que “la antigua Sinaloa fue la primera provincia de que se encargaron los jesuitas en la Nueva España, llegando a aquellas en 1591. Casi todos los templos que se ven en los pueblos de las misiones confiadas a su cuidado fueron construidos por ellos y presentan un carácter de solidez que el tiempo no ha podido quebrantar. En el resto del estado no presentan las construcciones religiosas esa fisonomía especial y propia de las de los jesuitas. Estos misioneros fueron expulsados el año de 1768”.

En realidad, la expulsión fue a mediados de 1767 por decreto de Carlos III que puso término a una colisión surgida entre la hermandad formada por los misioneros y la capitanía de gobierno a mano esta última de caballeros nobles henchidos de ambiciones y en su búsqueda de riqueza toparon con las misiones de los jesuitas, quienes al partir de estas tierras, cuando había 24 misiones, nos dejaron 50 centros religiosos que tenían influencia en 30 mil indígenas.

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