- Enrique González Martínez, uno de los grandes poetas nacionales. Nació el 13 de abril de 1871 en Guadalajara; murió el 19 de febrero de 1952 a los 81 años de edad.
Juan Lizárraga Tisnado. NOROESTE-Mazatlán, 18 de febrero de 1984.
Era de origen jalisciense. En Sinaloa, estado del cual fue secretario general de Gobierno, inició su carrera literaria desde los 14 años, en Mocorito, donde fue prefecto.
Cuando se refirió a la tierra sinaloense, dijo de ella: “me siento adoptivo y en donde nacieron muchos de los seres cercanos a mi corazón”.
Conferencista, orador, cuentista, crítico literario, médico cirujano y partero, ministro de México en Chile, España y Portugal, iniciador del Ateneo de la Juventud junto con Alfonso Reyes, Diego Rivera, José Vasconcelos, González Martínez ganó su descanso en la Rotonda de los Hombres Ilustres.
Los críticos han dicho de su poesía que “la singular fusión entre la emoción moral y la estética lo aproximan a Ruiz de Alarcón y a Amado Nervo. Irradiaba serenidad y un hondo concepto de la vida”.
González Martínez se inició dentro del modernismo, pero después habría de criticar a esta corriente, de la cual Rubén Darío era la cabeza incuestionable, toda vez que José Martí y Gutiérrez Nájera habían fallecido. Fue González Martínez el último modernista, empero.
Su autobiografía se encuentra en dos tomos titulados “El hombre del búho” y “La apacible locura”. El búho meditabundo y misterioso fue su símbolo en contraposición al cisne que lo fue de Rubén Darío, a cuya poesía seguramente, le dedicó el siguiente soneto.

¡Tuércele el cuello al cisne de engañoso plumaje, que da su nota blanca al azul de la fuente! él pasea su gracia no más, pero no siente el alma de las cosas ni la voz del paisaje. Huye de toda forma y de todo lenguaje que no vayan acordes con el ritmo latente de la vida profunda… y adora intensamente la vida y que la vida comprenda tu homenaje. Mira al sapiente búho cómo tiende las alas desde el Olimpo, deja el regazo de Palas y posa en aquel árbol su vuelo taciturno… Él no tiene la gracia del cisne, más su inquieta Pupila, que se clava en la sombra, interpreta El misterioso libro del silencio nocturno.